La fauna marina sufre constantemente la contaminación causada por el ser humano. Los microplásticos ya copan el 80 % de los residuos marinos y no parece haber solución para esta problemática. Pero sí se pueden paliar los efectos producidos con antelación. Y con éxito. Solo hay que “investigar” los tejidos que nos rodean. Ese es el objetivo de Fiberclean, un proyecto sostenible liderado por Textil Santanderina que pretende reducir la emisión de microfibras a través de la cadena de fabricación y en la vida útil de tejidos y prendas.
La problemática es conocida, sobre todo, en el mundo de los tejidos, formado, entre otros materiales, por microplásticos (elegida palabra del año por la Fundación del Español Urgente). Con Fiberclean pretenden bloquear, en la medida de lo posible, la vida útil de estos, así como contenerlos y cuantificarlos reuniendo a toda la cadena de valor textil: los que producen, los que venden, los que depuran y gestionan las aguas… De hecho, han conseguido reunir “a fabricantes de filamentos, hilos y tejidos; fabricantes de auxiliares para textil y para lavado, fabricantes de lavadoras y detectores de sustancias, y empresas de depuración, cerrando el ciclo de vida de la cadena textil. Además, de tener el apoyo de dos centros tecnológicos del textil y una universidad para evaluar los resultados”, subrayan desde la empresa de Cabezón de la Sal.
Juan Marcos Sanz, director de I+D de Textil Santanderina, nos explica cuál es el papel de su compañía: “nosotros, aparte de liderar y marcar las líneas y los programas de trabajo (como investigación de nuevas fibras, la investigación de sistemas de lavados avanzados y producción de sistemas de fabricación), somos líderes en tratamientos de tejidos e hilos, así como en la validación de procesos de producción”.
Según Sanz, el trabajo de la corporación cántabra en Fiberclean es la de cuantificar, en cada paso, “cómo hacer recomendaciones, además de ver cómo puede ser el lavado”. Asimismo, su tarea es también “identificar los tipos de prenda que menos contaminan, incluir aditivos poliméricos que se adhieren a todo tipo de fibras, analizar tejidos de punto y tejidos de calada…”. Los resultados todavía no son determinantes ni concluyentes–este es el segundo de los cuatro años que durará el proyecto–, pero, aunque no descartan nada, sí reconocen que “camisetas térmicas o forros polares son los que más microfibras tienen y, por lo tanto, las que más contaminan”.
En este momento, el proyecto Fiberclean está muy asociado al impacto medioambiental, que, a su vez, cada día está más cercano a la conciencia ciudadana. Así, iniciativas como estas, además de aumentar su valor social como empresa, contribuyen a generar un valor añadido para sus productos: “podemos adelantar –afirma Sanz–, que estamos dando pasos hacia conseguir que esa marca de impacto, Fiberclean, pueda hacer que los consumidores identifiquen estos tejidos tan respetuosos”.
De todos modos, no es el único proyecto sostenible en el que está involucrado Textil Santanderina. “De alguna manera –asegura Sanz–, venimos alineados con la sostenibilidad desde hace muchos años”. Por ejemplo, “la marca Seaqual, nuestra, comercializa poliéster reciclado de basura marina. Insisto, lo hacemos desde hace bastante tiempo”. Este “aire” sostenible surge también de la necesidad de adelantarse a las normativas para asegurar la responsabilidad con el entorno, por eso hay cada vez más productos más sostenibles.
“Y un departamento de I+D no puede ser ajeno a esto. Trabajamos siempre conforme a la regulación europea y española. Todas las investigaciones que realizamos están, en mayor o menor medida, relacionadas con el medio ambiente”. Y es que, como afirma Sanz, cuentan con indicadores antes de llevar a cabo los proyectos, “y si vemos que no son sostenibles o no reducen el impacto ambiental lo paramos todo. Ya hemos tenido que renunciar a algunas iniciativas por esta cuestión”.